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jueves, 22 de noviembre de 2007

Competividad y educación. Aito Gª Reneses

Por Aíto García Reneses
Octubre de 2006

Con ocasión del Congreso Internacional de Minibasket, celebrado en Manresa, tuve la ocasión de reencontrarme con muchas personas que se siguen dedicando, con pasión, a educar y enseñar a los jóvenes mediante nuestro querido Minibasket. Recordé, asimismo, mis inicios como entrenador en el Mini del Estudiantes y después con la Selección Castellana para continuar con la Selección Catalana. Recuerdos entrañables e inolvidables.

En la charla que tuvimos durante el Congreso resultó de especial interés cómo encauzar la competitividad de los jugadores hacia donde más interesa y no dejarse arrastrar por una competitividad mal entendida que, desgraciadamente, está muy extendida.
La sociedad es muy competitiva, hay que ganar aunque el precio que haya que pagar por ello sea muy alto, pero no se debe transmitir ese tipo de competitividad a jugadores, y personas, tan jóvenes que deben tener otras prioridades.

No es difícil encauzar esa competitividad hacia el aprendizaje. Recuerdo que, en mis comienzos como entrenador, alguna vez el equipo titular del partido eran los cinco primeros jugadores que hiciesen bien la entrada por la izquierda, y otros muchos ejemplos parecidos de tal forma que lo que más les motivaba era aprender cosas, y aprenderlas bien. Eso, por supuesto, no quiere decir que después no intentasen ganar el partido. Ese planteamiento, además, no conlleva perder las competiciones ya que aprenderán mucho más y, en poco tiempo, el equipo será mucho mejor y ganará a equipos que sólo ven el futuro inmediato y no el de medio y largo plazo, que debería ser el objetivo más importante de los equipos de Minibasket. Hay que desembarazarse de la presión ejercida por el entorno donde lo más importante es ganar el partido del domingo.

Otro aspecto aún más importante es educar a los niños a trabajar en equipo, con respeto hacia los compañeros, los entrenadores, los rivales y los árbitros. Creo que es fácil arrastrar a los niños y niñas hacia esa forma de proceder pero a veces nos encontramos con dificultades externas. Como en otras veces el entorno nos hace más difícil esta tarea. Me sorprende oír, en muchas ocasiones, que la educación actual es mucho peor que la de la generación anterior, me sorprende porque he visto demasiados partidos donde los padres increpan e insultan al árbitro, también lo hacen con los jugadores del equipo rival y también con el entrenador de su hijo e, incluso, con los compañeros de equipo porque, por ejemplo, no le pasan el balón. No se que tenía la educación de estos padres para catalogarla como mejor que la de sus hijos. ¿Van a ser peores los niños cuando sean padres? Espero que no.

¿Qué se puede hacer ante esta actitud tan extendida aunque, afortunadamente, no generalizada? Pues insistir en lo básico y fundamental: estamos educando y aprendiendo. Esa debe de ser la mentalidad que debe tener y transmitir el entrenador. Si al mismo tiempo se puede influir en otras áreas para que colaboren mucho mejor, pero si no es posible por lo menos que a nuestro equipo no le arrastre el entorno hacia terrenos que comporten la mala educación o la competitividad enfocada a ganar los partidos por encima del aprendizaje, la formación y la educación.

Estoy seguro que somos muchos los que pensamos así. Lo único que tenemos que hacer es ser fuertes para no dejarnos influir evitando que nos desvíen hacia otros caminos.

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